Alejandro Montes es asturiano, de Langreo, y creció entre los fogones del obrador de una pastelería. Sus padres tenían unos buenos amigos dueños de un obrador, lugar donde Alejandro pasó muchos ratos, viendo como los jóvenes que allí trabajaban hacían todo tipo de dulces y postres. Probablemente la primera vez que esos chicos le dejaron hacer un croissant, con sólo cinco años, Alejandro estaba firmando su futuro. Aquella pastelería en la que tan bien se lo pasaba y en la que tanta pasión sentía, estaba marcando su devoción por un oficio que parecía sencillo, pero que pronto descubriría lo sacrificado que era.
Estará en Hondarribia integrando el Jurado del X Campeonato de Pintxos Amstel Oro • Euskal Herriko Pintxo Txapelketa, que se celebrará del 19 al 21 de octubre en el Auditorio Itsas Etxea.
La gastronomía siempre le ha apasionado. Los ratos que no estaba en el obrador de la pastelería de su pueblo, los disfrutaba con su madre y abuela en la cocina, mientras ellas preparaban la comida. De esos instantes recuerda aromas, conversaciones, la calma de la cocción, las tertulias en la radio, el apetito aflorando a medida que se acercaba la hora de la comida. Sí, le gustaba la cocina, pero echaba en falta esa parte artística que tanto le apasionaba y que sólo la pastelería podría proporcionarle.
Arte y gastronomía dulce, Alejandro encontró a muy temprana edad su pasión, lo que encendía en él una chispa, la pastelería.
Alejandro Montes ha sido reconocido como Mejor Pastelero Joven de España (CANJOP) en el 2006, Mejor Pastelero Chocolatero de España en el Trofeu Lluís Santapau (MMACE) en el 2007, y Medalla de Oro en el Campeonato Nacional de Postres en Francia en el 2010.
Francia es un referente para el maestro pastelero. De Francia recupera el buen hacer de la profesión, y sobre todo, la tradición de la merienda. Como el mismo dice, en España ya no dedicamos tiempo a un buen desayuno o a una reconfortante merienda. Corremos mucho, no recordamos ya el placer de disfrutar un buen pastel y un buen café. Esa excelente costumbre establecida en Francia es uno de los principios que ha recogido y transportado a su concepto de alta pastelería en Mamá Framboise.
Los espacios de Alejandro Montes son una mezcla entre un estilo francés provenzal con un toque de industrialismo transgresor. Estas marcadas y diferenciadas señas de identidad hacen un guiño a la búsqueda del nuevo posicionamiento de alta pastelería que Alejandro Montes quiere instaurar en España. Tradición y clasicismo, junto con una fuerte vanguardia, que se añade para acoplarse con los tiempos y las modas. El yin y el yan, una apuesta fuerte, pero segura, una combinación ganadora.
Cuando le preguntan a Alejandro Montes lo que hay detrás de Mamá Framboise y lo que los distingue, lo tiene claro, responde sin dudar: “Una gran familia, un gran equipo formado por 80 personas, que trabajan duro y con un sueño en común, el de establecer un nuevo concepto rediseñado y mejorado de la alta pastelería en España”. Hace apenas cinco años, el equipo con el que Alejandro Montes se propuso hacerse un hueco en el mundo de la pastelería se podía contar con los dedos de las manos, a día de hoy son 80 y sigue creciendo. El secreto está en un proceso de trabajo muy estructurado y especializado, dirigido por el chef pastelero y abanderado por una meta en común que no olvidan ni un solo día: colocar a Mamá Framboise como una referencia imborrable en el mundo de la alta pastelería.